LUJURIA
Desordenado, incontrolable y exagerado. Así es el deseo sexual del lujurioso, una persona que no suele pensar en las consecuencias de sus actos y se mueve por impulsos.
“Suelen ser personas que no tienen otras gratificaciones vitales. Si yo disfruto con la música, el arte y la lectura, los pensamientos lujuriosos se dispersan.
Los problemas surgen cuando el impulso sexual nos domina y no al revés. Una persona que necesita sexo a todas horas puede tener problemas en su relación de pareja. No ocurre lo mismo cuando existe un deseo puntual. Por ejemplo:
“Imagina que llevas mucho tiempo sin ver a tu pareja, fantaseando con el encuentro sexual. Lo más probable es que la empotres contra la pared en cuanto la veas”.
¿Cuales son los factores que fomentan la lujuria?
Base biológica. “El comportamiento sexual es el componente biológico más gratificante que tiene el ser humano. Las hormonas producen una tensión sexual que se resuelve a través del orgasmo”.
Aprendizaje. El niño acostumbrado a explotar cuando no obtiene lo que quiere tiene todas las papeletas para seguir siendo así cuando crezca. La falta de control de impulsos es uno de los principales rasgos de la lujuria.
Edad. El ser humano experimenta su máxima potencia sexual a partir de los 17 ó 18 años. “Con esa edad tenemos una cabeza lujuriosa”
Presión del entorno. Queda claro que los adolescentes tienen las hormonas desatadas, pero…
¿cómo influye el grupo de amigos en su actitud?
Existe una cultura de “meter, empujar y apretar” donde las chicas no son populares si no tienen sexo. El ambiente en el que los jóvenes se mueven es clave para determinar su comportamiento sexual, a menudo no acorde con su madurez.
Refuerzo social. “Los varones tenemos más boca que aparato genital”. Se hace referencia a la extendida costumbre masculina de relatar las aventuras sexuales –sean reales o inventadas–, en busca de un refuerzo social que puede fomentar la lujuria.
Cultura. Adulterio, prostitución al alcance de cualquiera, pornografía en internet… Las oportunidades para dar rienda suelta a la lujuria nunca fueron tantas.
¿Cuándo hay motivos para preocuparse?
El primer síntoma de una patología: sentir angustia o malestar cuando no tenemos la posibilidad de ver o ejecutar determinada práctica sexual. “Es como una adicción”.
Si ese tipo de comportamiento incapacita para el desarrollo de una vida normal o perjudica a terceros, podemos estar hablando de un problema más serio como las parafilias: exhibicionismo, voyeurismo, sadomasoquismo…
Cuando ya no podemos entender la relación sexual sin el fetiche, el daño o la humillación, hay que pedir ayuda.
Algunas de estas perversiones pueden incluso constituir un delito. “Fantasear con niños o con animales conlleva un componente patológico, pero si se pasa a mirar porno infantil en internet o buscar cabras en el campo… ya es una patología muy grave”.
El sadomasoquismo no tiene por qué denotar una patología siempre que todas las partes estén conformes. Si alguien no está de acuerdo, se produce una violación asociadas a las personas con un alto grado de psicopatía.
Impulsos bajo control
El tratamiento se resume en tres fases: percepción del problema, voluntad de trabajo y cambio. “Existen técnicas de control de impulsos con terapia psicológica, quien podría incluso recetar algún fármaco”
En el caso de que el afectado sea nuestra pareja, ¿cómo debemos reaccionar?
“Hay que normalizar la situación. Reconocer que existe un problema con el sexo es difícil; hace falta tranquilizar a las dos partes”.
Un exceso de control solo genera desconfianza y angustia dentro de la pareja. “Lo único que se consigue es ocultamiento, que en vez de hacerlo en casa lo haga en otro sitio”.
“El hombre es tiene más lujuria”… ¿Tópico o realidad?
La lujuria se da tanto en hombres como en mujeres, pero es más habitual en ellos: “La diferencia existe por la oportunidad del varón de tener sexo a través de la prostitución, que satisface su deseo inmediato de forma fácil y barata”.
El hombre puede recurrir a los servicios de una prostituta para cumplir fantasías que quizá no cumpla con su pareja.
La homosexualidad masculina también tiene cierta importancia en este punto, “hay mucha más frecuencia de contactos sexuales entre ellos porque tienen más oportunidades, lo que equivale a más lujuria”.
“Si un día tienes la libido exacerbada, vas a un cuarto oscuro y lo resuelves” Los clubs de intercambio sexual para lesbianas o heterosexuales aún no son tan numerosos.
Reavivar la chispa
“La lujuria no patológica siempre viene bien para conseguir relaciones sexuales satisfactorias”. Suele ir acompañada de pasión y placer.
“Todos podemos caer en la lujuria pero siempre con control, en un momento puntual y con la persona adecuada”